lunes, 26 de septiembre de 2011

Que Hablen los Hechos

Un principio rector de nuestro trabajo en la gestión pública, ya fuera en el parlamento, en la administración municipal o ahora en el Gobierno de Miranda, ha sido siempre el no pararle demasiado a los ataques sin argumentos, ni a los insultos ni tampoco a las acciones de saboteo que nunca faltan, y más bien se multiplican a medida que aumentan los logros y se actúa con sentido de responsabilidad. ¿Para qué gastar el tiempo y energía que necesitamos para enfrentar los problemas de la comunidad?
¿Por qué aceptar que quienes nos confrontan coloquen en el plano personal lo que, en cualquier caso, debe ser debate de ideas y proyectos? Y lo más importante: dedicarnos a los dimes y diretes de una política mal entendida siempre trae la tentación de achacar a terceros la responsabilidad de nuestras propias fallas… Y si de algo están cansados muchos venezolanos es de líderes a los que nunca falta una excusa, ya sea el imperialismo, la especulación o las oligarquías, por no hablar del clima o las iguanas, como nos ha tocado escuchar en varias oportunidades.

Mantener el foco en la gente y sus necesidades es una tarea permanente, pero hay que poner el límite de la indiferencia allí donde las agresiones comienzan a afectar las posibilidades de cumplir cabalmente con nuestra tarea de servir a nuestro pueblo.

Es por ello que en el Gobierno de Miranda, por ejemplo, nos ha tocado salir a reivindicar con firmeza el derecho de los mirandinos a un presupuesto que, como mínimo, respete la norma constitucional; a exigir que, más allá de las diferencias políticas y aunque no nos presten la colaboración que debería existir hacia cada gobierno regional, por lo menos se abstengan de poner obstáculos, para nosotros poder seguir trabajando en beneficio de nuestras comunidades.

Y es que los que hasta hace pocos años convivieron en santa y muy cómplice paz con uno de los peores gobiernos en la historia del estado Miranda, ahora nos dedican ataques que, estoy seguro, provienen de la angustia que les despierta una gestión bien distinta, tanto en sus logros como en sus métodos e intenciones. La respuesta a esos ataques no es la que yo puedo dar con mi propia voz, sino la que cualquiera puede escuchar en las calles de los pueblos y barrios de Miranda.

Que hablen nuestras obras, porque, como bien dicen: obras son amores. Que hable nuestro ejemplo más que nuestras palabras. Así nos lo enseñaron sabiamente nuestros padres. Lo demás es, por decirlo en criollo, pistoladas.
Hogar Mirandino Guayacán en Petare
Podrían ir y preguntarle, para ser más específicos, a Daniel Ramírez, un joven de Santa Teresa del Tuy que a sus treinta años ya no quería ser mesonero y se convirtió en un innovador empresario, ya con diez empleados, gracias al empujón que le pudimos dar desde el Gobierno de Miranda. Él nos cuenta que en su ánimo siempre estaban las palabras que le repetían sus padres: “no te conformes, no te limites”. ¡Toda una lección para estos tiempos que corren, en los que cada venezolano debería saber que hay un futuro mejor, un futuro que debemos forjar aprovechando y mejorando las cosas buenas del presente, pero dejando atrás las divisiones absurdas y la conflictividad estéril!

Sería estupendo que hablasen y se contagiasen con el entusiasmo de Ulises Espinoza, el director de la escuela de Marare, para que vean como la inversión en una infraestructura moderna y funcional, junto a un nuevo enfoque educativo y de atención integral al alumno, no sólo puede mejorar la calidad de la enseñanza y combatir la deserción escolar, sino tener también un impacto muy positivo en la convivencia ciudadana de toda una comunidad. O con su colega María Fernández, de la Escuela Jabillito, en Charallave, donde maestros y niños, con el respaldo de Ambiente Miranda, presentaron un proyecto ecológico que recibió el apoyo financiero del PNUD tras ganar un concurso al que acudieron otras 298 iniciativas.

Les invitaría también a conocer a Yamile Contreras, una de nuestras madres cuidadoras en el Hogar Mirandino Crisantemo de Carrizal, -¡Este año esperamos llegar a 60 hogares en todo el Estado!- para que vean como se siembran valores de convivencia ciudadana desde la más temprana edad, al tiempo que se brinda alimentación de calidad y los cuidados más esmerados. Podrían incluso contactar a cualquiera de las 2.600 personas que han recibido capacitación en nuestros talleres de artes y oficios; o a las más de 2.800 que han recibido ayudas médicas, a menudo para afrontar problemas de salud que no encontraron atención en ninguna otra instancia oficial.

Son sólo ejemplos de lo que hemos logrado a través de una gestión de gobierno que siempre ha querido ser para todos y con todos, una gestión que hoy representa nuestro mejor argumento, nuestra más clara respuesta y la mejor demostración de lo que todos juntos podremos construir para el progreso de Venezuela, para todos por igual.

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